Rutas argentinas…

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No hace mucho que manejo. Bah, hace como tres meses ya. Y es increíble lo mal que se maneja en Buenos Aires.

Cada vez que salgo con mi Katito nuevo (léase: Ford Ka), me encomiendo a Dios, y le pido:


    – Diosito: dame destreza, reflejos y ayudame a que preste atención. Pero sobre todo: protegeme de los idiotas que andan sueltos!!!

De más está decir que igual, cada vez que arribo a mi destino, primero agradezco haber llegado ilesa, y luego me dedico a mis ejercicios de yoga para aflojar la piedra que se me forma detrás del cuello, debido a la contractura…

Además de mi repetido diálogo con Dios, también se me escapan algunas blasfemias tales como:

–  Ojalá que te choquen…

–  Ojalá que te pisen…

Inevitables interjecciones producto de mi indignación por la imprudencia evidente de los otros conductores y/o transeúntes.

Hasta ahora, sólo cuento con dos raspones y un pequeño bollo en el guardabarro delantero izquierdo (saldo bastante a mi favor, se nota que Diosito me ayuda bastante!)

Algunas salvadas son dignas de contar, pero eso será en otra oportunidad.